EL GOLPE A VUESTRAS INTELIGENCIAS SERÁ
GRANDÍSIMO.
EN EL DIA QUE EL PADRE SE HA RESERVADO, LO ENTENDERÉIS.
LOS PODEROSOS DOBLARÁN LAS RODILLAS TEMBLOROSAS POR NO HABER CUMPLIDO CON SU ELEVADO DEBER.
LAS IGLESIAS VERÁN COMO SUS CREDOS MANIPULADOS SE PONEN CONTRA ELLAS, PORQUE SUS “GRANDES FALSEDADES” HAN HERIDO LAS ALMAS.
LAS POTENCIAS MILITARES NADA PODRÁN HACER, ENVUELTAS EN SU MARASMO DESTRUCTIVO, Y NEUTRALIZADAS, QUEDARÁN INÚTILES.
ENTONCES VERÉIS QUE NUNCA HABÉIS ESTADO SOLOS.
“TORBELLINOS ARDIENTES”, “NUBES LUMINOSAS”, “SOLES QUE DESCIENDEN DE LOS CIELOS”, QUE VOSOTROS DEFINÍS COMO ASTRONAVES, BAJARÁN, HARÁN SU ELEVADA MISIÓN Y ENTONCES, HABRÁ LLANTO Y CRUJIR DE DIENTES.
LA “JERUSALÉN CELESTE” SE MANIFESTARÁ Y TODO SERÁ TRANSMUTADO, PARA LA FELICIDAD DE LOS QUE LOGREN EL “ESTANDARTE DE LA SALVACIÓN”.
ENTONCES, SATANÁS Y SUS SEGUIDORES TENDRÁN SUS “CADENAS”, DE LAS QUE NO PODRÁN ESCAPAR.
EL GOLPE A VUESTROS INTELECTOS SERÁ GRANDE, MUY GRANDE.
PAZ.
DELHOAL.
Tarancón, 2006-.
MAS PARA AQUELLOS QUE NO SON CAPACES DE CREER A LOS MENSAJEROS DEL
SEÑOR, AL MENOS QUE RECUERDEN LAS PALABRAS DE JESÚS, EL CRISTO, MAESTRO DE
MAESTROS.
DELHOAL.
Tarancón, diciembre de 2008
En viendo una nube que se levanta del
ocaso, al instante, como conocéis ya su naturaleza y condición decís:
“Tempestad tendremos”.
Y así ocurre.
Y cuando veis que sopla el aire de
mediodía, decís: “Hará mucho calor”.
Y lo hace.
¡No seáis pues hipócritas!, pues si
sabéis pronosticar por los diferentes aspectos del cielo y de la tierra, ¿cómo
no conoceréis el tiempo del Mesías?, o ¿cómo, por lo que pasa en vosotros
mismos, no discernís lo que es justo?
Cuando por ventura debéis junto a un
contrario querellaros frente al magistrado, haced en el camino todo lo posible
por solucionar justamente la querella con él, no sea que por fuerza os lleve al
juez, y el juez os entregue al alguacil, y el alguacil os meta en la cárcel,
porque yo os aseguro que si os meten en ella, no saldréis hasta que hayáis
saldado hasta el último céntimo.
- El Reinado de Dios, no ha de venir con
muestras aparatosas.
Ni será dicho, “helo aquí o míralo
allí”.
Mejor tened en cuenta que el Reino de Dios está en medio de vosotros.
Tiempo vendrá en que desearéis ver uno
de los días del Hijo del hombre, y no le veréis.
En aquellos tiempos os dirán: “Mírale
aquí, mírale allí”.
Vosotros no vayáis, ni los sigáis, porque
os digo yo que como un relámpago que brilla en lo alto y se deja ver desde un
extremo del cielo al otro, iluminando magníficamente la atmósfera, así se
mostrará y se dejará ver el Hijo del hombre, en ese día que es suyo.
Mas es menester que primero padezca muchos tormentos, y sea despreciado por esta generación tanto él, como todo lo que dice por indicación del Santo Espíritu.
Os anticipo que lo que acaeció en el
tiempo de Noé, igualmente acaecerá en el día del regreso del Hijo del hombre.
Ya sabéis que comían y bebían, se
casaban y celebraban bodas, hasta el día en que por indicación del Señor, Noé
entró en el arca, y sobrevino entonces la catástrofe del diluvio que acabó con
todos., excepto los elegidos.
Como también sucedió en los días de Lot.
En Sodoma y Gomorra, comían y bebían,
iban de compras y vendían, hacían plantíos y construían casas, pero el día que
salió Lot de Sodoma, por indicación de los Mensajeros Divinos, llovió del cielo
un fuego de azufre que abrasó a todos.
Pues así os confirmo que será el día en
que se manifestará el Hijo del hombre.
En aquella hora, quien se encuentre en
la terraza y tenga cosas dentro de la casa, no entre a cogerlas, e igualmente,
quien se encuentre en el campo, no vuelva atrás.
Acordaros de la mujer de Lot, que por
esa debilidad fue convertida en estatua de sal.
Por ello os digo que, todo aquel que
quisiera salvar su Vida abandonando la fe, la perderá eternamente, y quién la
perdiera por defender la fe en la Palabra del Señor, que es la Palabra de Dios,
la conservará.
Una cosa os digo con premura:
En aquella oscuridad, dos estarán en un
mismo lecho. Uno será liberado, y el otro abandonado.
Dos mujeres estarán moliendo juntas; una
será libertada, y la otra abandonada.
Dos hombres estarán en el mismo campo;
uno será liberado y el otro abandonado.
- Estar siempre despiertos y atentos y
mirad de no ser engañados porque muchos han de venir en mi nombre, diciéndoos:
“Yo soy el Mesías, y ya ha llegado el tiempo”.
Protegeros bien de seguirlos, os lo
recomiendo, y mas bien cuando sintiereis rumor de grandes guerras y enormes
sediciones, no os alarméis pues es verdad que primero han de acaecer estas
cosas, mas no por ello será luego el fin.
Sabed que le levantará un pueblo contra
otro pueblo, y un reino contra otro reino, y ocurrirán grandes terremotos en
muchas partes y enfermedades a modo de pestilencias que afectarán a naciones
enteras, y hambres, y en el cielo aparecerán cosas espantosas, e igualmente
prodigiosos divinos extraordinarios, mas antes de que sucedan estas cosas, se
apoderarán de vosotros, y os perseguirán e incluso os entregarán los hijos de
la traición a las sinagogas y entonces os encarcelarán, y os llevaran por
fuerza ante el tribunal de los reyes y gobernadores, por causa de vuestra fe y
entrega a mi nombre y a todo la Palabra que por voluntad del Santo Espíritu os
dejaré.
Pero entonces sed felices porque esto os
servirá de medio para dar testimonio de mí, y de todo lo que os dejo dicho que
sucederá.
Por ello os exhorto a que imprimáis en
vuestro interior, en vuestro corazón de luz el axioma de que no debéis preparar
de antemano cómo habréis de responder, pues, yo mismo, pondré las Palabras en
vuestros labios, y una Sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir
todos vuestros enemigos.
Más aún, os digo que seréis entregados a
los magistrados por vuestros mismos padres y hermanos, y parientes, y amigos, y
harán “morir” a muchos de vosotros, y seréis odiados por todo el mundo por amor
hacia mí.
No obstante y a pesar de todo esto, ni
un solo cabello de vuestra cabeza se perderá, y solo mediante la divina
paciencia salvaréis vuestras almas.
En lo que se refiere a la ruina de este
pueblo, cuando viereis a Jerusalén estar rodeada por un numeroso ejército de
distinto signo y creencia, entonces tened por cierto que su desolación está
cerca.
En aquella hora, los que se hallaran en
Judea, huyan a las montañas, los que habiten en medio de la ciudad, retírense
de ella y los que están en los alrededores, no entren, porque éstos días de
venganza serán, en los que se han de cumplir todas las cosas tal y como están
escritas en la Ley.
En aquel tiempo, ¡ay de las que estén
embarazadas o amamantando en aquellos días!, pues hallarán grandes angustias
que se dirigirán a ese pueblo. Parte morirán a filo de espada, parte serán llevados
cautivos a todas las naciones de la Tierra, y Jerusalén será pisoteada por los
gentiles, hasta el tiempo en que las naciones tendrán la oportunidad de
arrepentirse, acaben de cumplirse.
Se verán, entonces, fenómenos
prodigiosos del Sol, de la Luna y de las estrellas, que pareciendo que son
éstos astros no lo son, y en la Tierra estarán consternadas y atónitas las
gentes por el estruendo de mar y de las olas que lo arrasarán todo, hasta
producir que los hombres se sequen ante el temor y el sobresalto de las cosas
que os anticipo han de sobrevenir del universo, porque las Virtudes de los
Cielos o esferas celestes estarán bamboleando, y es entonces cuando verán al
Hijo del hombre venir sobre una “luminosísima nube”, como la que algunos de
vosotros, mis más cercanos amigos, habéis podido ya observar, y vendrá con una
gran Poder y Majestad.
De todas formas, vosotros, fieles discípulos míos, cuando en aquel tiempo veáis que comienzan a suceder estas cosas, abrid los ojos de vuestro interior, y levantad la cabeza estando de buen ánimo, porque vuestra redención se acerca.
Y os digo esto también:
Fijaros en la higuera y en los demás
árboles, porque cuando empiezan a brotar las yemas en ellos sabéis que el fruto
está cerca y por ello reconocéis que el verano se aproxima.
Pues también vosotros, viendo como estas
cosas que os anticipo ocurren, entended que el Reino de los Cielos, el Reino de
Dios, está ya cerca.
Os doy Mi Palabra de que no se acabará
esta generación sin que todo esto se cumpla.
El Cielo y la Tierra cambiarán, pero lo
que mis palabras os dicen no cambiarán nunca.
Velad, pues, sobre vosotros mismos, no
ocurra que se ofusquen vuestros corazones y su entendimiento que os ha sido
dado por lo Alto, a causa de la embriaguez, la glotonería y los agasajos de
esta vida, y os sobrecoja de repente aquel día, ya que será como un lazo
inesperado que atrapara y sorprenderá a todos los que moran sobre la superficie
de toda la Tierra.
Velad, pues, orando con la buenas obras
en todo momento, a fin de merecer el evitar todos estos males venideros y
poderos mantener así en pie ante el retorno del Hijo del hombre.
- La mies en verdad es mucha, pero los
trabajadores son pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe más obreros
a su mies.
Vosotros, que hoy os he elegido, os
envío a predicar con la Palabra del Cielo y con las Buenas obras como corderos
entre los lobos.
Como les dije a los otros, os digo a
vosotros:
No llevéis bolsillo, ni alforja, ni
calzado, ni os paréis a saludar a nadie por el camino.
Allí donde seáis bien recibidos entrad,
y decid antes de nada: La Paz del Cielo sea siempre en esta casa; puesto que si
en ella hubiese algún hijo de la Paz, descansará vuestra Paz sobre él, y donde
no fuera así, se volverá a vosotros.
Y perseverad en aquella misma casa que
sois bien recibidos, comiendo y bebiendo de lo que tengan y ofrezcan, pues el
que trabaja con Buenas obras, merece su recompensa.
En cualquier ciudad que entraréis, y os
hospedaran, comed lo que os ofrecieran, y curad a los enfermos que en ella
hubiera, y decidles luego: “El Reino de Dios está cerca de vosotros, buscad”.
Pero si en la ciudad donde hubiereis
entrado no quisieran recibiros, sin temor id a las plazas y decid:
“Hasta el polvo que se nos ha pegado de
vuestra ciudad, lo sacudimos, contra vosotros. No obstante tenéis que saber que
el Reino de Dios está cercano”.
Id pues que yo os aseguro que Sodoma
será tratada en aquel día con menos rigor que la tal ciudad.
-
Cuando os pongáis a orar, tenéis que decir, antes de nada:
“Padre, sea santificado tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
El Pan nuestro de cada día dánosle hoy,
y perdónanos nuestros pecados, puesto que nosotros perdonamos a nuestros
deudores.
Y no nos dejes caer en la tentación que
nos llegue”.
También os digo que si alguno de vosotros
tuviere un amigo y fuese a media noche y le dijese: “Amigo, préstame tres
panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa, y no tengo
nada que darle"; aunque aquél, desde dentro le contestara: “No me
molestes, la puerta está cerrada, y mis criados están como yo, acostados, no
puedo levantarme a dártelos".
Pues os digo, que si el otro insiste en
llamar y mas llamar, os seguro que, aunque no se levantare a dárselos por causa
de su amistad, es muy probable que al menos por librarse de su impertinencia se
levantará al fin, y le dará cuántos fuera menester.
Pues así con este ejemplo os digo yo:
Pedid, y se os dará.
Buscad, y hallaréis.
Llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide por otro,
recibe, y quien busca para merito de otro, halla y al que llama por causa de
otro, se le abrirá.
O es que, si entre vosotros un hijo pide
pan a su padre ¿acaso le dará éste una piedra?, o si le pide un pez, ¿le dará
en lugar de un pez una serpiente?, o pidiéndole un huevo, ¿por ventura le dará
un escorpión o un alacrán?...
Pues si vosotros siendo malos, sabéis
dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto mas vuestro Padre que está arriba en
los Cielos dará el Espíritu Bueno a los que se lo piden!
- Padre mío, yo te alabo, Señor del
Cielo y de la Tierra, porque has protegido estas cosas a los sabios y prudentes
del siglo, y sin embargo las has revelado a los humildes y pequeñuelos.
Así es, ¡oh Padre mío!, porque así ha
sido su Soberana Voluntad.
El Padre mío, ha puesto en mi mano todas
las cosas, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; igualmente que nadie
conoce quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo mismo quiere
revelárselo.
Estando sobre una montaña deteniéndose
un instante miró a todos sus discípulos que lo seguían y comenzó a decir:
- Bienaventurados son los que ahora
tenéis hambre, porque seréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis,
porque reiréis.
Bienaventurados seréis cuando los
hombres os aborrezcan, y os separen y expulsen de sus sinagogas, y os afrenten,
y digan abominaciones de vuestro nombre diciendo que es maldito.
Todo esto lo harán por el odio que
alimentan hacia el Hijo del hombre.
Cuando llegue ese día, alegraos y saltad
de gozo, porque os está reservada en el cielo una gran recompensa, al igual que
el trato de “aquellos” que eran Padres de los profetas, y que tenían con ellos.
Más, ¡ay de vosotros los ricos, porque
ya tenéis vuestro consuelo en este mundo!
¡Ay de vosotros los que andáis ya
hartos!, porque sufriréis hambre.
¡Ay de vosotros que ahora reís!, porque
llegará el día en el que os lamentaréis y lloraréis.
¡Ay de vosotros cuando los hombres
mundanos os aplaudan!, de igual manera que hacían los padres con los falsos
profetas.
Ahora bien, a vosotros que me escucháis,
que estáis cercanos a mí yo os digo:
¡Amad a vuestros enemigos y haced
el bien a quiénes os aborrezcan!
Bendecid a los que os maldigan, y orad
por los que os calumnian.
A quien os hiera en una mejilla,
presentarle igualmente la otra, y a quién os quitara os quite la capa, no le
impidáis que os quite igualmente la túnica.
A todo el que os pida, dadle, y al que
os robe las cosas, no se las reclaméis.
Tratad a los hombres de la misma manera
que vosotros quisierais que ellos o tratasen.
Porque si amáis tan solo a los que os
aman, ¿qué mérito es el vuestro?
También los pecadores aman a quien los
ama a ellos.
E igualmente os digo que si tan sólo
hacéis bien a los que bien os hacen, ¿qué mérito tenéis en ello?, puesto que
los pecadores también hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que
esperáis que luego os recompensen, ¿Dónde está vuestro mérito? También los
malos prestan a los malos, a cambio de recibir de ellos otro tanto.
Es por esto que os digo:
Amad a vuestros enemigos.
Haced bien y prestad, sin esperanza de
recibir nada por ello, y os aseguro que será grandísima vuestra recompensa, y
entonces llegaréis a ser Hijos del Altísimo, porque Él es bueno incluso para
los ingratos y los malos.
Igualmente con su Altísima Presencia y
con Su Luz los consuela y alimenta.
Por todo ello, sed pues,
misericordiosos, como también lo es vuestro Padre.
No juzguéis mal y no seréis mal
juzgados.
No condenéis mal, y no seréis mal
condenados.
Perdonad, y seréis perdonados.
Dad, y se os dará. Se os echará en
vuestro regazo una buena medida, apretada y bien colmada, hasta que se derrame,
porque según la Sagrada Ley del Padre, con la misma medida que midiereis a los
demás se os medirá a vosotros.
Esta es la Principal Ley del Padre
Creador. Si podéis entenderla, hacedlo y gozaréis.
A esto que según hablaba con poderosa y
viva voz, iba caminado entre las multitudes y mirando a cada uno de los
interiores. Los discípulos le seguían sin sabed si se iba a parar, o sentar en
algún lugar alto para seguir hablando a todos.
Y prosiguió con esta cuestión:
- Ahora os hago una pregunta:
¿Acaso un ciego puede guiar bien a otro
ciego?
¿No es más probable que caigan los dos a
un precipicio?
Escuchad pues porque yo os digo que no
es el discípulo superior al maestro, pero puede llegar a la perfección, si
lograra ser semejante a su maestro.
Y mirando a uno le dijo:
- Más tú, ¿por qué miras la mota en el
ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que tienes en el tuyo?
O, ¿con qué autoridad dices a tu
hermano: Hermano, deja que te quite la mota del ojo, cuando tú mismo no das en
quitar la viga que tienes en el tuyo?
¡Hipócrita, saca primero la viga de tu
ojo, y después podrás ver cómo has de sacar la mota del ojo de tu hermano!
A todos os digo que no es árbol bueno el
que da malos frutos, ni árbol malo el que da frutos buenos.
Cada árbol por su fruto se le conoce, y
no se cogen higos de entre los espinos, ni de las zarzas racimos de uvas.
El hombre bueno que contiene Buen Tesoro
en su corazón saca cosas buenas, así como el mal hombre las saca malas, del Mal
Tesoro de su corazón, porque os digo que de la abundancia del corazón habla la
boca.
¿Por qué, entonces, me estáis llamando,
Señor, Señor, y obrando así luego no hacéis lo que yo os digo?
Yo os quiero enseñar que aquel que es
semejante a mí, viene a mí, escucha mis palabras y luego las pone en práctica.
Os confirmo que si escucháis y hacéis
todo esto que os digo, es semejante a aquel hombre que, queriendo construir una
casa, cavó tan hondo y puso los cimientos sobre la roca firme.
Después, cuando llegó una inundación y
el río descargó toda su furia de golpe contra la casa, no pudo derribarla,
porque estaba fundada, asentada sobre la firme roca.
Si embargo, aquel que escucha mis
palabras y no las pone en práctica a través de sus obras, es semejante al
hombre que fabricó la casa sobre tierra fofa sin poner cimiento seguro, y
contra la cual descargó su ímpetu el río, y luego cayó, y grande fue la ruina
de aquella casa.
Terminando de decir esto, pareció que
enmudeció. No dijo nada más sino que pasando a través de todos los presentes,
se dirigió y entró en Cafarnaúm.
Tenemos Signos claros en el cielo, el la tierra, y en las estrellas que indican que un TIEMPO MUY PARTICULAR se está acercando a nuestra Tierra. Son Signos, Señales que están en directa y estrecha relación con lo afirmado por JesúsCristo.
Cierto es que estos Signos, estas
Señales, han sucedido a través de toda época, más no con la intensidad de hoy,
con la "insistencia" de hoy, con la gran repercusión hacia el estado
actual del ser humano, de sus valores, de las pérdidas de su capacidad de
determinar los acontecimientos tan brutales, y caóticos que, hoy, en la
actualidad, ocurren, cada día más; lo más preocupante de esto es que aún
viendo, oyendo y sintiendo todo lo que ocurre de caótico y, también de maravilloso, la apatía espiritual se
ha consolidado en el Alma Humana.
MIRAD LO QUE JESÚSCRISTO DIJO:
- Esta raza de hombres es una perversa
raza; ellos piden un prodigio y yo digo que no se les dará otro prodigio que el
del profeta Jonás, que fue raptado en el mar por un “extraño pez submarino”, y
al igual que Jonás fue una señal para los ninivitas, así el Hijo del hombre lo
será para los de esta nación infiel e incrédula.
Con esta “señal de Jonás” la Reina del
Mediodía se levantará en el día que llegue el juicio contra los hombres de esta
nación, y los condenará, por cuanto que ella vino del otro extremo del mundo a
escuchar la sabiduría de Salomón, y he aquí uno superior a Salomón.
Los habitantes de Nínive, comparecerán
también en el día del juicio contra esta nación y la condenarán, por cuanto que
ellos hicieron penitencia a la predicación de Jonás, y veis como aquí se
desprecian las palabras de uno que es superior a Jonás.
Oíd bien.
Nadie enciende un candil para ponerlo en
un lugar escondido, ni debajo de un celemín, sino sobre un candelero, para que
los que entran vean y tengan la luz.
Mirándolos prosiguió:
- Candiles de vuestro cuerpo son
vuestros ojos.
Si vuestros ojos fueran puros, todo
vuestro cuerpo será alumbrado, pero, si vuestro ojo fuere malo, también vuestro
cuerpo estará lleno de tinieblas.
Cuidad bien pues, de que la luz que hay
en vosotros no sea convertida en tinieblas, porque si vuestro cuerpo estuviese
todo iluminado, sin tener parte alguna oscura, todo lo demás será luminoso y
como antorcha luciente te alumbrará vuestro camino por el mundo.
- ¡Ay de vosotros también, doctores de
la Ley, porque echáis sobre los hombres cargas que no pueden soportar, y vosotros,
ni con la punta de un dedo las tocáis!
¡Ay de vosotros que fabricáis mausoleos
a los profetas, después que vuestros mismos padres fueron quienes los mataron!
En verdad dais a conocer que aprobáis
los atentados de vuestros padres, porque si ellos los mataron, vosotros
edificáis sus sepulcros.
Por eso dictó también la Sabiduría de
Dios: “Yo les enviaré mis profetas y sus apóstoles, y matarán a unos, y
perseguirán a los otros”.
Para que a esta nación se le pida cuenta
de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del
mundo hasta hoy, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, matado
entre el altar y el templo, yo os digo:
A esta raza de hombres se le pedirá de
ello cuenta rigurosa.
¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, que
os habéis reservado la llave de la ciencia!, ¡porque vosotros mismos no habéis
entrado, y a los que iban a entrar se lo habéis impedido!
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